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Mostrando las entradas de noviembre, 2020

El cancerbero del mes de abril

Una tarde, ya no sé si de sol o de nubes, oí el peor sonido que uno puede oír: el sonido de la muerte de un hermano. Un hermano que no es humano, pero no por eso menos hermano. Un hermano de cuatro patas, uno que que es todo, menos mascota. El sonido, que cada tanto vuelve a mis oídos, es el de su estructura chocada de frente por un Corsa. ¿O era un Clio? Podría haber sido un Ford Ka. El tiempo transformó esa certeza en duda. Sí estoy seguro de su color: turquesa. Original para un auto asesino, cuando el cliché dicta que la muerte viste siempre de negro. Aunque quizás, con los meses y los años también ésa imagen cromática se vuelva daltónica en mi memoria. Tampoco sé el sexo de la persona que atropelló y huyó a tan alta velocidad. Me imagino encontrándome con él, o ella. Imagino mis ojos iguales a como estaban aquél día: llenos de lágrimas; y el odio burbujeando mi sangre. Me divertiría rompiéndole una pierna de un mazazo. Abriéndole después el cráneo de un hachazo feroz para tratar de