La Frontera
La noche los fue envolviendo con su luna color de plata. Estaba todo el pueblo en el bar del cabezón Acuña. Y cuando digo todo, es TODO. Tampoco es que fueran muchos en ese pueblo. 150 personas más o menos. No sé si se le puede decir pueblo, pero a falta de una palabra mejor… Estaba todo el pueblo. Reunido en el bar un sábado a la noche. Tocaban ellos, que nunca habían ido a ese lugar olvidado rodeado de tierra y pedregullo. Las mesas rebosaban de vino y empanadas. El escenario estaba limpio después de mucho sin ser usado. Y arriba de él, el cuarteto fue aplaudido al tomar su lugar. Le cantaron al recuerdo salteño y a la guitarra de medianoche. Al comienzo de la tercera canción, algo comenzó a cambiar. Sonó la guitarra, se incorporaron el bombo y las otras dos y Gerardo tomó la posta: Don Peñaloza nació en La Rioja desde mocito con su lanza iba a pelear. El Gordo Upite, que tomaba vino como si fuera agua, sentado con su grupo de amigos sintió lo que creyó era sudor frío reco